Bienvenidos al metaverso
Durante más de una década, los tecnólogos han soñado con una era en la que nuestra vida virtual desempeñe un papel tan importante como nuestra realidad física. En teoría, pasaríamos mucho tiempo interactuando con nuestros amigos y colegas en el espacio virtual y, como resultado, gastaríamos dinero ahí para comprar atuendos y objetos destinados a nuestros avatares digitales.
“Estamos en un mundo en el que las personas transmiten una imagen que las refleja varias veces al día”, comentó Matthew Ball, inversor de capital de riesgo que ha escrito mucho sobre el metaverso. “La siguiente fase lleva esa representación visual y le otorga una dimensión. Entras en un entorno y te expresas a través de un avatar”.
Eso parece algo sacado de una película de ciencia ficción. Pero a lo largo del segundo año de la pandemia, una masa crítica de factores se unió para hacer el metaverso más realista, dijo Ball.
Por un lado, la tecnología mejoró. El año pasado, Facebook anunció que se había rebautizado con el nombre de Meta tras haber vendido diez millones de unidades de su casco de realidad virtual, el Quest 2, lo que supuso un hito.
Por otra parte, muchos de nosotros estábamos dispuestos a derrochar en nuestro yo digital. Hordas de inversores compraron NFT, o tokens no fungibles, que son objetos digitales únicos comprados con criptodivisas. Eminem y otros inversores invirtieron cientos de miles de dólares para unirse a un club náutico virtual.
Este año habrá aún más. Apple tiene previsto presentar su versión de dispositivo de realidad virtual, que se parecerá a unas gafas para esquiar y, para el poder computacional, se apoyará de un dispositivo informático independiente que se llevará en otra parte del cuerpo. Apple no ha querido hacer comentarios.
Google también ha desarrollado productos de realidad virtual durante años y Microsoft ha ofrecido un casco de realidad virtual para empresas y organismos gubernamentales.
El metaverso aún podría resultar ser una moda, dependiendo de los productos que surjan y de quién los compre. Carolina Milanesi, analista de tecnología de consumo de la consultora Creative Strategies, dijo que le preocupaba que pudiera convertirse en un reflejo de los pocos privilegiados que pueden permitirse el lujo de darse un capricho digital.
“El mercado de la navegación está dominado por hombres blancos de clase media alta”, explicó. “¿Trasladaremos todo eso al metaverso?”.